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19 de septiembre de 2025
Global9 min read

La transformación de los mercados: el auge de una economía positiva para la Tierra

Por Sherry Madera, CEO de CDP

Los mercados se mueven gracias a la información. Datos sólidos y estandarizados aportan la confianza necesaria para tomar decisiones estratégicas que generan valor.

La teoría económica se sustenta en datos: registra las acciones y reacciones junto con el precio que los agentes económicos están dispuestos a pagar por insumos y productos. La escasez, combinada con la oferta y la demanda, constituye un principio esencial que sostiene la productividad de las economías. Tanto en el sector público como en el privado, se toman decisiones cada día sobre esta base.

No obstante, sectores fundamentales como la construcción, la agricultura, la industria alimentaria y de bebidas, la tecnología y el transporte dependen de recursos cada vez más escasos de la naturaleza: agua, energía, tierra y océanos.

Por ello cabe preguntarse: ¿por qué no integramos desde el inicio los datos sobre clima y naturaleza en los propios cimientos de la economía? Al fin y al cabo, indicadores tradicionales como el PIB dependen igualmente de insumos y productos íntimamente ligados al mundo natural.

Los llamados de los economistas a adoptar una visión diferente no son recientes. Lord Stern advirtió en su momento sobre las repercusiones económicas del cambio climático, y más tarde Partha Dasgupta amplió el análisis para incluir la biodiversidad.

La evidencia respalda estas posturas: el valor total de los bosques del planeta se estima en 150 billones de USD. Paralelamente, se prevé que la demanda mundial de electricidad de los centros de datos más que se duplique de aquí a 2030, incrementando también el consumo de agua hasta 1,2 billones de litros al año.

¿Estamos en una crisis económica?

Sin duda estamos en un momento de oportunidades. Superar la volatilidad de los mercados requiere acceso a datos fiables que funcionen como brújula y guíen el camino. De ahí la necesidad de ampliar los fundamentos económicos e integrar los datos ambientales para redefinir lo que entendemos por valor.

   

Los datos fortalecen sus resultados

En CDP estamos avanzando sobre la sólida base de la economía ambiental para impulsar un nuevo enfoque: la “economía positiva para la Tierra”.

El valor económico —en el presente y en el futuro— no puede desligarse del contexto ambiental en el que se desarrollan las economías. Ignorar el estado del clima y de la naturaleza equivale a pasar por alto efectos esenciales sobre la oferta y la demanda, bases mismas del valor y de la fijación de precios. Es, sin duda, una simplificación de una compleja red de influencias, tal vez excesiva, pero necesaria. Y no es una disculpa: necesitamos simplificar para integrar los factores medioambientales en la gestión cotidiana y poder medir riesgos y oportunidades económicas. Los datos son la base de este enfoque: los datos medioambientales, comparables a escala global, aportan las señales de mercado que faltaban y permiten distinguir dónde los impactos sobre la Tierra crean o erosionan valor. Eso es economía positiva para la Tierra.

El crecimiento ha sido el eje de la toma de decisiones económicas. Pero garantizar su viabilidad, hoy y en el futuro, exige incorporar la sostenibilidad de ese crecimiento en la planificación de las próximas décadas. Solo así se logra una visión integral que oriente las decisiones económicas, empresariales y de gobierno. Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en sectores en expansión como la inteligencia artificial (IA) y los semiconductores, cuya evolución conlleva una enorme demanda de energía y agua. Ignorar la disponibilidad, el precio y la sostenibilidad de estos insumos sería un grave error para cualquier actor económico que opere en dichos sectores.

   

Data centre electricity consumption by region - IEA 2025

   

Pie de foto: AIE (2025), Data center electricity consumption by region, Base Case, 2020-2030, AIE, París, Licencia: CC BY 4.0

   

El análisis de estos datos permite a los reguladores fijar límites máximos de uso de recursos en sus jurisdicciones, como restricciones a la extracción de agua o a la conversión de tierras. Esto no es un impuesto al crecimiento, sino la aplicación sensata de los principios de una economía positiva para la Tierra. Sin una gestión eficaz de insumos clave como el agua y la energía, el crecimiento futuro de toda la economía se verá comprometido. Los recursos naturales, por su carácter limitado, son insumos esenciales que deben medirse, gestionarse y valorarse con rigor. Definir estos límites reduce la ambigüedad, refuerza la coherencia de las políticas y envía a inversores y empresas señales claras sobre oportunidades de crecimiento sostenible.

Para salvaguardar la competitividad, el crecimiento y la creación de empleo a largo plazo, resulta esencial hacer un seguimiento de la oferta y la demanda de insumos naturales críticos que sostienen a la economía desde la biosfera. Los datos muestran que se avecina un desequilibrio estructural: la demanda de recursos esenciales como el agua, la tierra y los océanos avanza a un ritmo que superará a la oferta disponible. La OCDE advierte que, si el calentamiento global alcanzara los 3 °C, las pérdidas anuales por sequías en Europa podrían rondar los 40 000 millones de euros, con impactos severos en la agricultura, el sector energético y el abastecimiento público de agua. El seguimiento de estos factores mediante datos sólidos es lo que, en última instancia, permitirá a los mercados valorarlos correctamente, reducir la volatilidad y orientar una asignación eficiente del capital.

A diferencia de otros insumos tradicionales, los recursos naturales están ligados de manera inherente al territorio: ni la tierra fértil ni las reservas de agua dulce pueden trasladarse fácilmente a través de fronteras. ¿Alguna vez ha visto un contenedor marítimo lleno de agua? ¿O de tierra? No es económicamente viable que formen parte de los flujos de comercio mundial. Precisamente por esta restricción geográfica, contar con datos claros y señales anticipadas resulta esencial para que empresas e inversores fortalezcan la resiliencia de sus cadenas de valor. El crecimiento de la industria de la inteligencia artificial ilustra bien este fenómeno, al generar presiones específicas sobre la disponibilidad energética en determinados territorios.

   

Energy and AI - IEA 2025

   

Pie de foto: En aquellas zonas con gran concentración de centros de datos, estos pueden llegar a suponer una parte desproporcionada de la demanda eléctrica. En Estados Unidos, seis estados registran que los centros de datos consumen ya más del 10 % de la energía total, y en Virginia esta cifra alcanza aproximadamente el 25 %.

AIE (2025), Energy and AI, AIE, París, Licencia: CC BY 4.0 y OMDIA (2025), Servicio de inteligencia sobre construcción e inversión en centros de datos - Omdia.

   

Sin información ambiental crítica, tanto las empresas como los responsables políticos no logran identificar riesgos u oportunidades desconocidos. Los datos confiables y estandarizados sobre los impactos del clima y la naturaleza se han convertido en una pieza clave para anticipar los costos de los insumos y procesos económicos, que constituyen la base de toda decisión de inversión.

Los indicadores clave para gestionar una empresa están cambiando. En muchas industrias que dependen de insumos naturales o que están geográficamente integradas, este cambio ya es una realidad. Las principales compañías de los sectores de alimentación y bebidas deben considerar hoy los efectos de la escasez de agua y tierra en sus productos. Los fabricantes con plantas ubicadas en zonas expuestas a riesgos físicos analizan cuáles podrían transformarse en activos varados en sus balances. Las aseguradoras adaptan sus productos: en regiones con mayor riesgo climático, la cobertura se reduce o se encarece. Desde la óptica económica, integrar la perspectiva positiva para la Tierra permite calcular con mayor precisión los costos de operación e insumos, lo que resulta esencial para una gobernanza eficaz.

Cada vez más voces en el mundo abogan por métricas más completas que complementen el PIB. En su obra de referencia Wealth, Inclusive Growth and Sustainability, Shunsuke Managi, de la Universidad de Kyushu, demuestra cómo los indicadores de sostenibilidad pueden orientar tanto a los gobiernos como al sector privado hacia la creación de valor sostenible a largo plazo.

El impacto de estos datos, o de su ausencia, se refleja claramente en las cadenas de suministro globales, donde cada decisión, grande o pequeña, puede desencadenar repercusiones de miles de millones de dólares. La incertidumbre arancelaria está llevando a muchas compañías a revisar sus redes de proveedores, y cualquier ajuste, por mínimo que sea, puede incidir de forma decisiva en sus metas de sostenibilidad, en su reputación, en su licencia para operar e incluso en su capacidad de atraer inversión.

   

La Tierra como activo de inversión

La economía positiva para la Tierra parte de una premisa clave: la salud del planeta no limita la prosperidad, sino que constituye su condición esencial. Así como los estados financieros han sido durante décadas el pilar de la toma de decisiones económicas, la divulgación de información sobre sostenibilidad será la herramienta clave para orientar las decisiones del futuro. En este enfoque, la sostenibilidad pasa a ocupar el centro mismo de la creación de valor. Lejos de suponer un freno al crecimiento, se convierte en su motor. De hecho, numerosos actores públicos y privados ya están aprovechando las oportunidades que surgen al integrar datos positivos para la Tierra en su gestión y planificación estratégica.

El análisis más reciente de CDP, El dividendo de la divulgación, muestra que dos tercios (64 %) de las empresas de todo el mundo identificaron oportunidades comerciales derivadas de la acción ambiental. De ellas, un 12 % ya materializó beneficios valorados en 1,3 billones de USD durante el último año. Además, la integración de los impactos sobre la naturaleza en la gestión empresarial no deja de crecer: en solo un año, las divulgaciones sobre bosques aumentaron un 200 % y las relacionadas con agua un 100 %. Este crecimiento responde tanto al mayor interés de inversores y líderes de cadenas de suministro, que requieren estos datos para orientar sus decisiones de compra y de asignación de capital, como al impulso de marcos regulatorios emergentes y a la adopción creciente del TNFD.

   

Una nueva era

Ha quedado atrás la idea de que la acción ambiental supone un freno al crecimiento.

La economía positiva para la Tierra ofrece una perspectiva más holística e integral de los riesgos, dependencias y oportunidades. Su valor reside en cubrir vacíos de información clave a lo largo de toda la cadena de valor, fortaleciendo la competitividad y el desempeño de las organizaciones Adoptar este enfoque es esencial, tanto para la prosperidad de los países como para la rentabilidad de las pequeñas y medianas empresas.

Con la proximidad de la Climate Week 2025 en Nueva York y la COP30 en Brasil, este es el momento idóneo para reconocer, de manera firme y objetiva, que el clima y la naturaleza son insumos económicos fundamentales

Aún queda mucho por reflexionar, pero juntos podemos dar forma a la economía del futuro mediante datos y análisis. La economía positiva para la Tierra es, sencillamente, buena economía. Así de simple.

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